Sinopsis
La mejor manera de aprender a escribir es automatizar los movimientos para formar las letras. Estos cuadernos parten de un nivel de dificultad bajo (completar líneas rectas) y finalizan logrando que el niño o la niña formen las letras. También son adecuados para perfeccionar o rehabilitar la grafía. NIVEL DE INTERVENCIÓN Cuadernos 5, 6 y 7 Los trazos dinámicos Con él, con este tercer nivel de intervención, se inician los trazos dinámicos, aquellos que para su realización precisan de la modulación de la muñeca y los dedos, que van a permitir que los ajustes visomotores pasen de las referencias visuales de apoyo, los puntos, al control de la mano en movimiento por la huella del trazo interna; es decir, en el anterior nivel el control visomotor se expresaba como que: el ojo es el que guía a la mano; ahora, la mano es la que guía al ojo, lo que significa que el niño pasa a tener, por sí mismo, voluntariamente, el control del desarrollo de la imagen. Consideraciones generales: Las líneas onduladas son trazos que ponen en funcionamiento la independencia segmentaria de la muñeca. Preparan el giro o rotación completa de la muñeca que abre paso a los procesos cinéticos del trazo, que forman la base de la realización de las grafías. Hay que seguir poniendo atención en que se mantenga la posición correcta del cuaderno en la mesa, en el apoyo de la mano complementaria sobre la parte izquierda del soporte, y en que el niño siga viendo los puntos en su desplazamiento. Lo importante en estas propuestas es que la muñeca vaya adaptándose con su movimiento al hecho de ver siempre los puntos. No importa que el niño vaya lento, es necesario, pero sí que no levante la punta del lápiz del papel, aunque se detenga. El uso de la pizarra, o el papel blanco, para actividades preparatorias de trazos o reforzamiento de los que se estén llevando a cabo, es una condición muy importante para el desarrollo. En especial todas aquellas actividades en las que se integran los bucles y las grafías. Estamos con ello invitando al educador a crear nuevas estructuras si lo considera necesario, en su afán por apoyar a los niños que lo necesiten. Los útiles siguen siendo los mismos que los del nivel anterior, aunque en éste, el lápiz nº 2 es el que se empleará siempre en el cuaderno, quedando el crayón para el papel blanco de refuerzo y la tiza cuadrangular para la pizarra. Quizás sea necesario, cuando se están integrando los bucles, volver a facilitar el desplazamiento horizontal de la mano instrumental del niño con la nuestra. Especialmente en la percepción de la variable de grosor. El cuaderno dedicado a la realización de las grafías debe observarse detenidamente, ya que siempre se indica en él el punto de arranque de cada letra y su estructura bidimensional correcta en función de la línea en que se efectuarán los encadenamientos. Respete siempre la norma: del tamaño grande al pequeño; y refuerce si es necesario, en la pizarra, este principio con los niños con excesiva dificultad de control del trazo. En éstos nunca estarán de más los refuerzos del contraste tónico, ni la percepción del desplazamiento que ya hemos visto en los niveles anteriores. No abuse del tiempo en la actividad. Una serie está bien. A veces no se completa. No olvide que la fatiga es el diablo que acecha para que el aprendizaje se transforme en un sufrimiento, en vez de en una actividad que reafirme nuestra identidad. Objetivos generales de desarrollo: Independencia segmentaria. Inhibición motriz. Coordinación óculo-manual. Hábitos perceptivo-motrices: automatización de tos trazos encadenados levógiro, dextrógiro y mixto. Automatización del barrido perceptivo motor en la orientación de la lecto-escritura. Melodía cinética. Las grafías.