Sinopsis
La apasionante vida de Vladimir Soloviev se refleja en una trayectoria  literaria que culmina con Los tres diálogos y el relato del           Anticristo. Inspirándose en los diálogos de Platón, pone en escena a   algunos exponentes de la cultura rusa de fines del siglo XIX, que      dialogan sobre la guerra, la moral y la religión. Allí encontramos     interesantes argumentos sobre, por ejemplo, la falacia del pacifismo,  aunque el texto que ha consagrado esta obra y la hace plenamente       vigente es ese breve relato acerca del Anticristo al que uno de los    contertulios, el Señor Z. (portavoz del autor), dará lectura, no sin   antes aclarar que "si bien tiene la forma y la fisonomía de un cuadro  histórico imaginario y de anticipación, en mi opinión esta composición  ofrece todo cuanto la Sagrada Escritura, la tradición de la Iglesia y  la sana razón permiten enunciar, en la forma más veraz posible, sobre  este argumento".
                                                
                                                                 Más allá de algunos detalles más o menos verosímiles, y que el mismo   Soloviev advierte que no son más que suposiciones, destaca con         poderosa fuerza el retrato del Anticristo y el relato de su ascenso    hasta el mayor grado de poder que puede ser concebible en la Tierra.   No se presenta el Anticristo como aquel desagradable ser demoníaco que  nos presentan ciertas imágenes medievales, sino como un joven         inteligente y atractivo, seductor y filántropo, comprensivo y          tolerante, y sobre todo penetrado hasta el último rincón de su ser de  un agudo y desmesurado amor propio.
                              
                                                                 Este relato del Anticristo es considerado una pequeña obra maestra por  la vivacidad y simplicidad de la representación, por la riqueza de    significado y por el estilo brillante, claro y expresivo. En el mismo  se funden la teología, el profetismo, la inventiva y el lirismo,       consiguiendo así crear una obra universal.
                       
                                                                 El año 2007 el Cardenal Giacomo Biffi predicó los ejercicios           espirituales al Papa Benedicto XVI y a la Curia romana, centrándolos   en "la advertencia profética de Vladimir Soloviev sobre el             Anticristo". Biffi destacó que el Anticristo de Soloviev encarna "la   religiosidad confusa y ambigua de los tiempos que hoy estamos          viviendo".
                                                       
                                                                 Vladimir Soloviev nació en Moscú el 16 de enero de 1853. Su padre,     Serguei Soloviev, profesor y más tarde rector de la Universidad de     Moscú, se hizo célebre por su magna obra Historia de Rusia. Tras       publicar varias obras filosóficas, se enfrentó con las posturas        nacionalistas eslavófilas predominantes en su país. Desilusionado,     Soloviev se convence de que el pecado de Rusia está en el cisma        religioso que la alejó de la catolicidad y se consagra al acercamiento  entre las iglesias. Se interesa por los eslavos católicos y defiende  a los polacos frente a la política de rusificación. El 13 de febrero   de 1896 comulga de la mano de un sacerdote católico, N. Tolstoi.       Soloviev morirá a los cuarenta y siete años de edad, el 13 de julio de  1900. Su amplia influencia abarca, desde Dostoievski, que se inspiró  en él para el personaje de Alyosha Karamazov, hasta Pasternak, pasando  por Berdiaev o Bulgakov.